15 de octubre de 2013

Dos desconocidos y una canción salvaje

Y allí estaba yo, corriendo bajo la primera lluvia otoñal. Una noche desierta, fría y oscura, sin lugar donde cobijarme, sin cobertura en mi móvil, esperando a que pasara un taxi, un coche o alguien… Pero nada, mi desesperación crecía a la par que mi miedo, y yo sólo podía culparme por haber acabado allí.

Calada y temerosa, me cobijo en la única parada de autobús de aquella fantasmal calle, y cuando ya me estaba dando por perdida, a lo lejos vislumbro los faros de un coche, que me acechan poco a poco.
Un chevrolet clásico, color negro se detiene ante mí, la puerta del copiloto se abre casi sin que me dé cuenta a reaccionar, y entonces oigo su voz por primera vez.
-“¡Sube!”.

Y sin pestañear, me monto en el coche, impulsada por: la vehemencia de su masculina e imperativa voz; mis instintos más primitivos y carnales, y porque es el primer coche que pasa en 15  minutos.
Apenas puedo articular palabra, tampoco me atrevo a mirarle,  empapada y temblando (no sé si de frío o miedo), con el corazón latiendo intensamente, me abrazo a mí misma, y en medio de esa incertidumbre, mis labios musitan: -“Gracias”.
Él gira su cabeza hacía mí, y me lanza una seductora sonrisa, y a partir de ese momento, pierdo las riendas de mi vida, soy una yegua salvaje y desbocada que ansía ser dominada por él.




Estoy frente a su ventana, arropada con una toalla, mirando las espectaculares vistas, y disfrutando del sonido de la lluvia. Me siento como si estuviera lejos de esta ciudad. Cierro mis ojos, y por un momento me evado del mundo.
El tintineo de los hielos, mezclándose con la bebida, me devuelve a la realidad.
Me giro para observarle. Se ha quitado la cazadora de cuero negro, y lleva una camiseta de manga corta blanca que perfila toda su perfección. Tiene un aire rebelde entre James Dean y Paul Wesley, con su pelo espeso y alborotado, formando un ligero tupé.

Camina hacia mí, y es tan sexy… Mis ojos arden de deseo. Me ofrece un vaso. Lo cojo sin vacilar, y me lo bebo de un trago. Él se ríe cuando pongo cara de desagrado. ¡Odio el whisky!
Me toma de la mano, y me lleva frente a la chimenea. No me dice nada, pero sus ojos verdes me hablan, ávidos de mí. Me mira fijamente, y ensaliva, soy su presa.
Sus manos se funden en mi cuerpo, yo me pierdo en su fogosa y misteriosa mirada. Me abandono a su voluntad, y me dejo seducir por un extraño, del cual, lo único que conozco es su perfume: Jean Paul Gaultier.

Sus tórridas caricias desgarran mi piel y sus besos me susurran con lascivia. Le deseo, y él a mí, y ansío tenerle entre mis piernas. Me entrego a él en una renuncia de no poseer mi cuerpo, pues suyo es; y el me embiste con esa pasión desaforada, de una forma tan salvaje… ¡Que agonizo en éxtasis!
A través de mi entrecortada y exhausta respiración, mis gemidos van liberando a la fiera que hay oculta en mí. He despertado esta noche de mi letargo, y no voy a ser una presa más que se deje vencer. Somos dos animales luchando por alzarse con  la dominación, y nos enzarzamos cuerpo a cuerpo, en esta batalla carnal.
Mordiscos, arañazos, lametones… que se van avivando en cada encuentro. Alimentando nuestra pasión voraz.




El sonido de un mensaje en mi móvil me despierta, por un momento me siento confusa, me incorporo en la cama y observo a mi alrededor. –No ha sido un sueño- suspiro aliviada, y me visto. Él duerme profundamente, y yo no me canso de mirarlo, embelesada por su belleza. Saco del bolso mi carmín rojo, y le escribo mi número en su prominente oblicuo. Le doy un último beso y desaparezco sigilosa entre la luz del alba.

Ya en el rellano, miro mi teléfono,  (y la culpabilidad me recorre una por una las cicatrices de mi ferviente encuentro) 10 llamadas perdidas y 5 mensajes de Marcos… mi preocupado prometido. 



8 de agosto de 2013

Crepúsculo

Es como un final, antes de un nuevo comienzo; los minutos más oscuros del alba antes del amanecer; la tempestad que precede a la calma; el dolor que anuncia el olvido....

Y aquí estoy otra vez, de pie, frente a este abismo que se postra a mis pies y suplica por mi vida.
Permanezco inmóvil, cubriéndome el cuerpo con un manto de decepción, mientras el viento me desolla la piel hecha jirones y se lleva las cenizas de este corazón quebrado, y  reducido a partículas insignificantes de agonía y tormento.

Y a lo lejos oigo el eco de mi desconsolado llanto, que se trenza con mi quebradiza voz y mis lamentos. Tu presencia me sigue acechando, como el cazador a su presa, me siento indefensa ante este dolor, mis fuerzas se pierden en el horizonte de este cielo rojo, mi entrecortada respiración se va desvaneciendo en cada suspiro y mi cuerpo exhausto, se precipita al vacío.

No siento nada mientras me arrojo a mi fin, solo un frío húmedo, y una tristeza que me embriaga y me embauca en esta vertiginosa muerte.

Y de pronto, despierto, envuelta en lágrimas y sudor, y tú a mi lado, sigues susúrrandome mentiras, y tus besos me saben amargos.
Miro a unos ojos cerrados, y me dirijo a la ventana, el viento ulula a lo lejos una triste melodía....
Te he dejado todo, y toda mi vida.

Es como un final, antes de un nuevo comienzo; los minutos más oscuros del alba antes del amanecer; la tempestad que precede a la calma; el dolor que anuncia el olvido.... Es el crepúsculo de un desamor.


"No presumas de haber sido el primero en mi corazón, si no fuiste suficiente inteligente para ser el último."



10 de julio de 2013

Te Amo

Te amo

te amo de una manera inexplicable, 

de una forma inconfesable, 

de un modo contradictorio. 


Te amo 

con mis estados de ánimo que son muchos, 

y cambian de humor continuamente. 

por lo que ya sabes, 

el tiempo, la vida, la muerte. 


Te amo... 

con el mundo que no entiendo, 

con la gente que no comprende, 

con la ambivalencia de mi alma, 

con la incoherencia de mis actos, 

con la fatalidad del destino, 

con la conspiración del deseo, 

con la ambigüedad de los hechos. 


Aún cuando te digo que no te amo, te amo, 

hasta cuando te engaño, no te engaño, 

en el fondo, llevo a cabo un plan, 

para amarte mejor.


Te amo... 

sin reflexionar, inconscientemente, 

irresponsablemente, espontáneamente, 

involuntariamente, por instinto, 

por impulso, irracionalmente. 



En efecto no tengo argumentos lógicos, 

ni siquiera improvisados 

para fundamentar este amor que siento por ti, 

que surgió misteriosamente de la nada, 

que no ha resuelto mágicamente nada, 

y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada 

ha mejorado lo peor de mí. 


Te amo, 

te amo con un cuerpo que no piensa, 

con un corazón que no razona, 

con una cabeza que no coordina. 


Te amo 

incomprensiblemente, 

sin preguntarme por qué te amo, 

sin importarme por qué te amo, 

sin cuestionarme por qué te amo. 


Te amo 

sencillamente porque te amo, 

yo mismo no sé por qué te amo.


Pablo Neruda

31 de mayo de 2013

Tiene mucho de mentira decir verdades que no se sienten.

Cuando no queda más que decir, cuando los silencios sustituyen a las palabras, y los sonidos ceden paso a
una melodía infinita que vibra al ritmo de un viejo tocadiscos, que envuelve este vacío, enmascarando las emociones... ¿Debes salirte del cuadro, o seguir dibujando una mentira?

Hoy me dí cuenta de que esto que tenemos, es sólo eso, una cortina de humo, me hice creer a mi misma en algo que no existía, y fingí ser alguien que no soy para complacerte. Pero hoy me paré en seco, abrí mis ojos y me dí de bruces con la realidad, eso que había tenido olvidado, mientras me preocupaba de mantener vivo este engaño.

Me disfracé a mi misma, me empeñé en amar a una mentira, y sin darme cuenta sentencié mi vida, condené mi alma, y reté al destino en un falso duelo, donde la mentira triunfó gloriosa.

Ahora tengo que lidiar con las consecuencias: deambulando sobre los restos de esta falsedad, oigo el crujir de mi dolor - parece que mis pies pisan hojas y ramas secas- y me busco a mi misma, en algún lugar de mi memoria, donde me quedé sepultada por este peso.

Todo tú un engaño, me dejé seducir por tus mentiras, me envolví en esta falsa realidad, donde ninguno de los dos éramos los que aparentábamos ser: tú, todo entero una mentira, yo, una verdad deseando ser corrompida. Nos alimentamos de una nada, que cada vez se hizo más pesada entre tu y yo; me descarrilé de tu lado, me perdí entre tanta palabrería, y tú, sigues absorto en tí mismo, sin darte cuenta de que yo, me quedé rezagada hace tiempo, acunándome en ese tiempo que me hizo tan feliz y del que no quiero desprenderme, pero me hace tanto daño.

Sólo soy una mentira, habitando en este cuerpo, ni rastro de la que un día fuí.
Esa insana necesidad de ti, de empeñarme en creer tus mentiras y darles formas, han acabado conmigo.

Y no eres tú el que me has perdido, pues yo misma me perdí el día que escuché esa melodía. Aún hoy sigo escuchando esa canción lejana, pero ya no me apacigua como antes....ahora sólo quema. Y yo, ardo con ella.

"La verdad duele sólo una vez, las mentiras... Cada vez que se recuerdan."



4 de abril de 2013

Rota

Si bien es cierto, que el amor puede con todo, en una relación, también el amor se desgasta, y cuando esto ocurre, no hay salvación ninguna para los amados.
Cuando un corazón se consume, la herida es tal, que sigue latiendo, pero no viviendo. Y cuando se llega a este punto, el daño es irreparable, y el dolor traumático.

El amor se va evaporando, de una forma invisible, en cada decepción, en cada desilusión, en cada pelea, con cada mentira, y gota a gota, a través de las lágrimas, lágrimas que no fluyen, pero inundan el alma y la envuelven en desasosiego.

En estos momentos se libra una batalla interior, porque el vaso rebosó tras la última decepción, se quebró la paciencia que mantenía el agua mansa, ahora está todo sepultado bajo el agua, los sentimientos desgarrados, y el amor hundido, bajo todo este peso, cubierto de un lodo de dolor.

He sido destinada a una muerte lenta, y mientras me desangraba gota a gota, él fue testigo de este delito. Un delito, del que probablemente ni ha sido consciente, pero si culpable, por todas las veces que le supliqué ayuda y clemencia, y no hizo caso. Se lo avisé todas las veces que me desplomaba con cada desengaño. Y hoy, no hay vuelta atrás, mi corazón ya hizo la maleta, y me abandonó, al igual que él.

Abatida, herida, abandonada.... pero ya no me acuerdo si tus ojos eran marrones, o negros...
Los pájaros saben que no hay invierno que dure cien años y que, al pasar la tormenta, la primera semilla que brota es el sol.


"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir cruzándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta."


26 de marzo de 2013

Tristeza

Hoy ha venido a visitarme, siento su presencia: una agonía estremecedora, un llanto mudo, un escalofrío helado, que me recorre el cuerpo y a la vez me paraliza; esa sensación de gélido invierno  en el interior, como un día lluvioso, que enmascara el cielo de nubes, y no deja visibilidad más allá de tú ventana empañada.
Esa tormenta de emociones, que me aprieta el alma, un desgarrador sentimiento de impotencia, en cada lágrima derramada en silencio, en cada abatido latido.

Es una continua lucha, entre quedarse e irse, pero ella me encadena cada vez que viene, y soy consciente de que cada vez soy menos libre y más prisionera de esta costumbre, que se ha convertido en hábito.

Como una hoja, débil y marchita, que aún perdura en la rama del árbol, en un constante balanceo, sin saber cuál será su último baile, antes de desplomarse. Y ansía, que el viento la recoja, y emprender un viaje con él, envidia cada soplido, cada vendaval, cada ráfaga, por no poder ser ella, por no volar y evadirse, por no poder salir de aquí y cambiar, por tener que esperar a que ella se marche, para no saber cuándo de nuevo volverá....

Cierro los ojos, y me imagino siendo esa hoja, débil, que por fin consiguió volar, se perdió entre la nada y el viento, y huyó de su destino....

Y a veces, cuando oigo ulular el viento, sé que esa hoja era yo, y mi alma partió ese día, pero yo permanezco aquí, fiel a mi enemiga.


"Me levanté por la mañana con dolor de cabeza. Las emociones de la víspera estaban lejanas. En su lugar vino una perplejidad penosa y una tristeza que antes no había conocido. Era como si algo muriese en mí."