26 de marzo de 2013

Tristeza

Hoy ha venido a visitarme, siento su presencia: una agonía estremecedora, un llanto mudo, un escalofrío helado, que me recorre el cuerpo y a la vez me paraliza; esa sensación de gélido invierno  en el interior, como un día lluvioso, que enmascara el cielo de nubes, y no deja visibilidad más allá de tú ventana empañada.
Esa tormenta de emociones, que me aprieta el alma, un desgarrador sentimiento de impotencia, en cada lágrima derramada en silencio, en cada abatido latido.

Es una continua lucha, entre quedarse e irse, pero ella me encadena cada vez que viene, y soy consciente de que cada vez soy menos libre y más prisionera de esta costumbre, que se ha convertido en hábito.

Como una hoja, débil y marchita, que aún perdura en la rama del árbol, en un constante balanceo, sin saber cuál será su último baile, antes de desplomarse. Y ansía, que el viento la recoja, y emprender un viaje con él, envidia cada soplido, cada vendaval, cada ráfaga, por no poder ser ella, por no volar y evadirse, por no poder salir de aquí y cambiar, por tener que esperar a que ella se marche, para no saber cuándo de nuevo volverá....

Cierro los ojos, y me imagino siendo esa hoja, débil, que por fin consiguió volar, se perdió entre la nada y el viento, y huyó de su destino....

Y a veces, cuando oigo ulular el viento, sé que esa hoja era yo, y mi alma partió ese día, pero yo permanezco aquí, fiel a mi enemiga.


"Me levanté por la mañana con dolor de cabeza. Las emociones de la víspera estaban lejanas. En su lugar vino una perplejidad penosa y una tristeza que antes no había conocido. Era como si algo muriese en mí."