18 de abril de 2009

La única forma de saber cuál es la decisión correcta, es saber cuál es la decisión errada.


Hay momentos en nuestras vidas en las que debemos cerrar puertas pasadas, para dejar entrar nuevos porvenires; momentos en los que debemos abandonar el camino seguro y conocido, y arriesgarnos, experimentar por senderos inexplorados y no temer a lo desconocido, que en la mayoría de los casos esconde la felicidad que todos anhelamos.
Solo los que arriesgan obtienen recompensa, que la vida sea más o menos fácil y agradable, depende de nosotros mismos.
Excusarnos y escudarnos en el miedo al cambio nos limita a la hora de disfrutar de la vida; no somos conscientes de lo que estamos dejando pasar, no aprovechamos el momento, no aprovechamos el tiempo, lo que nos lleva a no disfrutar de la vida.

Yo me enfrento a un cambio en mi vida, y como el resto de mortales también tengo miedo, no sé si reuniré el valor suficiente cuando llegue la hora de decir adios y cerrar la puerta para siempre...las dudas y el temor me invaden, siento flaquear las fuerzas, pero....miro hacia atrás y veo toda la soledad y tristeza que me rodea, y pienso: "no creo que esta nueva etapa sea peor que la que estoy viviendo".
Asi que me armo de fuerza y valor, respiro hondo y agarro el pomo de la puerta, tomo impulso y con un salto entro a formar parte de esta nueva dimensión. Miro de nuevo hacia atrás y veo la puerta cerrada, pero no siento miedo, me cubre una inmensa luz y me embriaga esta paz tan enorme que siento.
Si no me hubiera arriesgado, nunca hubiera llegado a conocer lo que había al otro lado de la puerta que me tenía presa, pero me arrepentiría por haber sido tan cobarde; ahora de lo unico que me arrepiento, es de no haber reunido el valor suficiente mucho antes, porque sin duda alguna, he estado desaprovechando la ansiada felicidad.



"Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio."